El difícil partido contra el Chagas
Las mujeres de este equipo de fútbol son guaraníes, madres y víctimas de un mal que mata silenciosamente a los pobres. Su líder es la científica española Pilar Mateo, que combate la enfermedad en el Chaco boliviano. Crónica de campeonas en la lucha
Por Silvina Dell´Isola | Para LA NACION
Las once mujeres juntan coraje para salir a la cancha. No lo dicen, pero están nerviosas. Van a disputar un partido en un estadio de fútbol como Dios manda, de medidas profesionales, con césped cuidado, árbitro con silbato, tribuna de alentadores, DT de lujo y banco de suplentes con techito por las dudas. Lejos están los potreros improvisados en medio de la selva boliviana en los que habitualmente entrenan. Lejos quedaron por unos días sus bebes, a los que suelen amamantar en medio de los encuentros cuando juegan de local. Muchas ni siquiera tienen baños en sus hogares, jamás habían subido a un avión y hasta aquí no sabían cómo era el mar. Pero en la Donosti Cup de este año, un torneo femenino y masculino que es referencia del fútbol juvenil a nivel mundial y que se celebra cada verano desde hace veinte en el País Vasco a instancias de su creador, Iñigo Olaizola, ellas salen del vestuario con la vestimenta oficial del equipo al que representan, el Movimiento de Mujeres Indígenas del Mundo (Momim), para enfrentarse en dos tiempos de 30 minutos cada uno al Gazteleku Bidebieta, primer rival que les tocó en suerte en el grupo H.
De las 337 delegaciones, llegadas de los cinco continentes, estas mujeres guaraníes del Chaco boliviano, que no son ni estrellas mediáticas ni modelos de pasarela, terminarán siendo las más aclamadas, las más mimadas, las más famosas. La televisión, la radio y los periódicos de España les harán reportajes. Hasta las chicas de los equipos contrarios querrán tener una foto juntas. El Alcalde de San Sebastián, Juan Carlos Izagirre, se acercará curioso a conocerlas durante un partido y las agasajará horas más tarde en su Palacio de Gobierno con terraza al mar Cantábrico. Armarán un gran revuelo y al partir dejarán emoción y melancolía. ¿Y todo esto por qué? Porque estas mujeres, en representación de miles de indígenas que quedaron de este lado del charco, cargan en sus espaldas con una pesada mochila de sacrificios, lucha, miserias, enfermedades y marginación. Porque mientras las demás selecciones entrenan, clasifican, viajan y se presentan con mayor o menor esfuerzo, el viaje de ellas siempre, hasta por lógica, era imposible. Porque son aborígenes, madres, trabajadoras, pobres y víctimas del Chagas y de la violencia de género. Porque han sacado el equipo a pulmón, entrenando por las noches luego de un día entero trabajando la tierra, atendiendo a sus hijos y cuidando sus hogares. Porque muchos de sus maridos -las que los tienen- inicialmente se oponían a que se vistieran de jugadoras e incluso han llegado a propinarles malos tratos antes de aceptarlo. Y porque fueron muchos años de una tenaz lucha liderada por su mentora, la científica valenciana Pilar Mateo, para conseguir que lo imposible se hiciera realidad. "Una revolución social a base de balonazos", titulará un diario donostiarra. La más joven dejó en Bolivia a su bebe de 9 meses. Una de las mayores, de 40 años, ya es abuela de tres nietos. Así salen a la cancha.
Pilar Mateo es una doctora en Química valenciana que desde hace 13 años lucha con éxito contra el mal de Chagas en la región de Camiri, en el Chaco boliviano. Inventó y patentó una pintura de paredes que lleva adentro una composición que ataca a la vinchuca. La suya hoy es una solución efectiva que hay sobre la mesa para terminar con una enfermedad de pobres que mata de forma lenta y repugnante, que se estima que desde su descubrimiento se cobró 25 millones de vidas en América latina. Tras conocer su historia uno se atreve a sugerirle con descaro que algún día ganará un premio Nobel. Ella siempre responde lo mismo: su Nobel lo gana cada día que una madre guaraní se le acerca, la abraza con amor y le dice: "Doctorita, mi hijo no tiene Chagas". Su batalla quedó registrada en un libro editado en España que se titula El vampiro de los pobres. Un documental sobre su vida se presentó en el Festival de Cine de San Sebastián. Su currículum dice que es miembro de la Real Academia de Ciencias de España, miembro de Fórum Unesco, especialista internacional en el control de vectores transmisores de enfermedades endémicas, Doctor Honoris Causa por la Universidad Anáhuac de México, Premio Unicef en Salud y Medio Ambiente, medalla de oro en Bioquímica por la Real Academia Mundial de Ciencias y Humanidades, Premio Extraordinario del ministerio de Defensa español, embajadora para España y la Unión Europea por los pueblos guaraníes, Premio en Salud y Medio Ambiente por Naciones Unidas y finalista al Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional.
Inesfly 5 A IGR es la pintura milagrosa desarrollada por la Doctorita -como la conocen todos en el Chaco boliviano-. Contiene un inhibidor de quitina -componente del esqueleto de la vinchuca- que impide al insecto crecer y reproducirse. Lleva adentro microcápsulas poliméricas a las que se les pueden incorporar principios activos como biocidas, repelentes o atrayentes en muy bajas dosis. Mateo inventó un mecanismo de acción de liberación lenta y gradual del producto que otorga gran poder residual, evita que genere resistencia y resulta inocuo para el ser humano. Esa pintura hoy es capaz de acabar con la vinchuca portadora del Trypanosoma Cruzi -la que transmite el Chagas- y con los mosquitos transmisores de dengue y malaria. La registró, pasó una a una las instancias para que sea aprobada por la Organización Mundial de la Salud que destacó la efectividad, durabilidad y originalidad del remedio, y llegó a tener en sus manos una fórmula que pensaba dedicar a las cucarachas de Europa y con cuya patente podría haberse hecho millonaria. Pero eligió irse a la selva de Bolivia a aplicarla personalmente tras el pedido angustiante de Cleto Cáceres, un médico de Camiri que había leído en el periódico sobre el producto y se le apareció en Valencia a decirle en un ruego: "Doctora, mi gente se muere de Chagas". Pilar jamás había visto una vinchuca. Pero viajó con él. No sólo encontró un panorama desgarrador de hambre, miseria, abusos y olvido, sino que esta gente dejada de lado como parias de la tierra no tenía ni paredes a las que pintar. "Hay que curar las casas. Si no tienen paredes pues habrá que construirlas", se repetía la doctora. De esto hace trece años. Se dice fácil, pero en ese lapso Mateo se puso el overol, organizó a la gente, levantó casas, aplicó el producto, demostró su efectividad, vio nacer a niños sin Chagas, acabó con la enfermedad en la región, formó a las mujeres de las comunidades, creó la Liga de Fútbol Femenino de la Doctorita, trabajó junto a ellas por su dignidad y autoestima, se plantó delante de poderosos para exigirles medidas concretas, pateó puertas y recibió portazos, pero nunca bajó los brazos. Las que este año salieron al campo de juego en San Sebastián pertenecen al Momim, el movimiento cuya finalidad es contribuir a mejorar las condiciones de vida de las mujeres a través de formación, empleo y deporte. Considerando la acepción oficial de indígena -población originaria del territorio que se habita-, su lema es que todos lo somos: Indígenas de Buenos Aires, de París o de Nueva York.
A las ordenes de un DT de lujo
Las 21 mujeres que integran el plantel son indias de facciones puras y piel color caramelo. Tienen los rasgos estéticos intactos de su raza. En la pureza de su genética parecen muy bellas. Salen a la cancha y se ponen a las órdenes de su coach de lujo: Xavier Azkargorta, ex DT del Sevilla, del Espanyol, del Tenerife, de la selección de Chile y héroe nacional en Bolivia por haber sido el único en la historia del país que logró que la selección nacional se clasifique para un mundial, en USA 94. Azkargorta conoció la historia de Pilar Mateo, leyó su libro en una noche y se ofreció a viajar a la selva a entrenarlas. Evo Morales le venía insistiendo para que regrese al Equipo Mayor. Pero los diarios terminaron titulando: Lo que no consiguió el Presidente lo consiguieron las mujeres Guaraníes de Camiri. El Bigotón, como lo llaman cariñosamente, se involucró personalmente en la cruzada y pateó puertas a la par de la Doctorita para que el viaje se concrete. En San Sebastián las dirige con mano dura dentro de la cancha y las trata con el cariño de un padre o del hombre amoroso que nunca tuvieron, afuera. Son mujeres, madres, víctimas en muchos casos de violaciones. Parieron. Fueron abandonadas. Parieron y enviudaron. Volvieron a parir. Una de ellas, Lydia, tiene siete hijos y trabaja reciclando basura. Myrian tiene 20 años y dos hijos, uno de 5. Raquel quedó viuda con cinco hijas. La pobreza es enemiga de la autoestima. Y la falta de autoestima es caldo de cultivo de los abusos. Eso hoy está cambiando: las chicas van sabiendo lo que es imponerse a hombres violentos y borrachos. "Tú a mí así no", les dicen firmes. Sostiene la doctora Mateo: "El gol más importante se lo han metido a la miseria, a la marginación, a la crueldad del sistema y a los que piensan que son invisibles". Sus hijos las respetan y así comienzan a respetar a todas las mujeres. Fátima Benavides hoy es médica. Los hijos de Margoth Segovia, directora del Momim en Bolivia, ya son abogados. Y Barbarita Saavedra, líder quechua elegida capitana -equivalente a un intendente en la Argentina- de su pueblo tras enfrentarse al machismo boliviano, el año próximo comienza a estudiar Derecho.
Pilar Mateo hace mucho ruido en Bolivia: molesta a unos mientras salva las vidas de otros. Respeta a Evo Morales, con quien tiene un trato directo y muy cordial. Pero no entiende la falta de acción en materia de políticas de salud cuando ella, sin que nadie la haya llamado y sin pedir un centavo a cambio, le está ofreciendo una solución que el pueblo guaraní pide a gritos. Tiene varios enemigos dentro del sistema. Una mujer con un producto capaz de acabar con una endemia centenaria y vergonzosa es un gran dolor de cabeza para quienes ven más negocio en las enfermedades que en la salud, o no ven negocio en las enfermedades de pobres sin recursos ni obra social, directamente. "El mal de Chagas es un genocidio consentido", dispara. Cuenta que durante el gobierno de Carlos Menem, un funcionario le propuso una asociación: "Señora, se va a hacer rica con su pintura", le dijo. Ella no negoció. No quería hacerse rica. Quería que los niños dejen de morir por enfermedades de la pobreza, algunas erradicadas en Europa hace más de 50 años. La Doctorita hoy libra una lenta pero persistente batalla para que le permitan entrar con una brocha en la mano en los territorios deprimidos del norte argentino y la dejen trabajar con libertad con un producto probado con éxito por expertos vinculados a la Organización Mundial de la Salud e incluso por expertos argentinos que han evaluado la pintura y publicado los resultados en revistas científicas de prestigio, que fue homologado en un país como Alemania -cuyo sistema de registros y patentes es tal vez el más severo del mundo- y en China, el mercado más difícil para ingresar. La contactan, reciben y premian investigadores, políticos y poderosos de medio planeta. Aquí no. Mateo cuenta que Anmat rechazó su producto: "En el año 2000 la explicación que se nos dio fue que llevaba un componente -un organofosforado al 3%- que estaba prohibido en la Argentina, mientras había sido aprobado en la Unión Europea. Más tarde me enteré de que en esa misma época se comercializaron diversos productos con casi un 45% del mismo componente. A fines de 2010 se ha presentado a través de una empresa local un nuevo formulado con piretroides, producto homologado, por ejemplo, en Alemania. Pasado casi un año ha sido nuevamente rechazado. El problema es que no se quiere entender que yo no he descubierto ningún insecticida, sino que trabajo con los productos que ya están en el mercado, todos homologados por la OMS y fabricados por Bayer, Sumitomo, Basf, etc. Mi tecnología sirve para hacer perdurar en el tiempo insecticidas que han perdido mucho de la eficacia que tuvieron hace 30 o 40 años cuando se descubrieron."
El Profe Azkargorta hace correr a las chicas durante el calentamiento. Están animadas gracias al aliento de una hinchada de médicos, periodistas y gente involucrada con la labor social de la doctora Mateo. Hay también un nutrido grupo de curiosos bolivianos inmigrados en San Sebastián que se acercó para conocerlas, porque las madres ya son famosas. Ellas ahora forman un círculo mágico a metros del banco de suplentes y comienzan a cantar: "¡Iyambae, Iyambae, Iyambae!", grito guerrero ancestral que en su memoria indígena significa ser libre, sin dueño. Golean por 6-0 en este primer partido. La verdad es que nadie se lo esperaba. Juegan cansadas y sin la debida preparación contra jovencitas que no superan los 20 años, solteras, sin hijos y entrenadas. Todo es una fiesta. A Pilar la entrevistan para la CNN en el mismo campo mientras las chicas se abrazan entre sí y reciben los abrazos de la nutrida comitiva: "No vinimos a hablar ni de pobreza ni de enfermedad -dice-. Vinimos a jugar y a que nos den la posibilidad de que las invisibles a las que representan estas madres puedan participar de iniciativas así y que no se las utilice sólo en las estadísticas. Los científicos no estamos para escribir publicaciones y hablar en hoteles cinco estrellas de los pobres que se mueren de Chagas, sino para denunciar y hacer que el conocimiento se ponga en acción".
La vinchuca y la enfermedad de Chagas son repugnantes. Las tenemos en nuestro país, en las chozas en las que viven los marginados de las medidas más básicas de salubridad e higiene. Es gente olvidada por el sistema, pero también porque nos falta información. La vinchuca, me entero, es una chinche hematófaga -se alimenta de sangre- que existe desde la Argentina hasta México. Su picadura mata lentamente. "Para la medicina hay varios tipos de sangre -dice Charo González Casas en su libro El vampiro de los pobres-. Pero para la vida bruta sólo existen dos clases, la sangre de los ricos y la sangre de los pobres." La vinchuca bebe la sangre de los pobres porque incuba y se esconde en las grietas de las paredes de barro en las que viven de forma miserable. Actúa de noche al detectar el calor humano. Se deja caer planeando hasta la víctima y puede estar chupando durante más de media hora. Es sofisticada: antes segrega una sustancia anestésica y aplica un anticoagulante con su saliva para comer a sus anchas. La víctima duerme y ni se entera. Tras media hora sorbiendo sangre humana una vinchuca adulta pesa tres veces más. Una ninfa aumenta su tamaño entre seis y doce veces. Entonces parece una uva y está tan asqueada de comida que defeca sobre la misma picadura. Es así como la persona que duerme se rasca, se lastima y se infecta con las heces de las vinchucas vectores que portan en su interior el parásito Trypanosoma Cruzi, a largo plazo mortal. El Chagas mata en silencio. Los chagásicos suelen morir de repente, fulminados, a edad muy joven. Cuando los tripanosomas entran en su torrente sanguíneo buscan huecos en su sistema nervioso, esófago o corazón donde instalarse de por vida y reproducirse sin fin. Un infectado puede arrastrar durante años síntomas inofensivos, malestar, cansancio, mucho sueño, algo de fiebre. Al cabo de diez o veinte años caerá muerto de golpe. Es una enfermedad de pobres sin voz que anida en las ropas y en las rugosas paredes de barro con las que se abrigan y en las que se duermen. Pilar Mateo entendió el primer día que llegó a Bolivia que para acabar con la enfermedad hay que acabar con la vinchuca y para acabar con la vinchuca la gente tiene que tener casas dignas. En trece años de labor en la región de Camiri ya pintó diez mil viviendas.
En el micro de la delegación todos van cantando. Las chicas intercalan el estribillo de Color esperanza, de Diego Torres, con la más enérgica I will survive, de Gloria Gaynor. El chofer protesta un poco. Ellas bailan y aplauden. Están felices. "Te queremos Profe, te queremos", le cantan a Azkargorta. Pilar cuenta que hace un minuto recibió una llamada confirmándole que ha sido elegida como nuevo miembro de una prestigiosa organización internacional que invierte en buenas ideas sociales. Se trata de la asociación global de unos 2000 emprendedores líderes que identifica y apoya las propuestas innovadoras capaces de impulsar cambios en la sociedad. "Todo el mundo puede cambiar el mundo" es uno de sus lemas. La Doctorita, subida a este bus que va desde un estadio de futbol hacia la playa en donde 21 mujeres guaraníes verán por primera vez el mar, acaba de ser nombrada una de ellos.
Excepto el primero, el resto de partidos de la Donosti Cup los perdieron todos. Pero a nadie le importa demasiado. Así se festeja un fracaso, titulará un diario local haciendo referencia al clima de fiesta. La doctora Mateo dirá divertida que en realidad vencieron por 58 a 0, porque entre todas suman 58 hijos. Acabarán sextas entre diez equipos y recibirán un premio especial de Unicef a la Solidaridad. Campeooonas, campeoooonas se irán cantando.
Momim: indigenas somos todas
El Movimiento de Mujeres Indígenas del Mundo -Momim- nació el 8 de marzo de 2006 en Valencia durante un agasajo que veinte señoras le estaban haciendo a la doctora Pilar Mateo. Juntas se fijaron un objetivo: llegar a todas las mujeres de la Tierra, porque indígenas somos todas. La misión del Momim es formarlas mediante talleres, proveerles armas que mejoren su dignidad y autoestima, y contribuir a que por su condición de pobres dejen de ser invisibles. En Bolivia imparte cursos de informática, peluquería, manicura, cocina y repostería con salida laboral; formó una Liga de 25 equipos de fútbol femenino y tiene un programa de radio, Mujeres sin fronteras, que escuchan cada día miles de madres guaraníes. En el País Vasco Pilar y las mujeres se reunieron con Gureak y Ausolán, dos entidades vascas modelo de fuerte arraigo social y con empresas privadas como la farmacéutica Praxis o Repsol para pedirles colaboración en su próximo proyecto: formar a las indígenas para que puedan ofrecer servicios de restauración, catering y limpieza al conjunto de petroleras que trabaja en el Chaco boliviano.
Barbarita: capitana, politica y futura abogada
Barbarita Saavedra tiene 40 años, cinco hijos y tres nietos. Es capitana de su comunidad en el barrio Panamericano de Camiri -cargo similar a intendente en la Argentina-. Lleva siempre pollera plisada y el cabello recogido en dos largas trenzas, signos distintivos de su etnia. Es la única quechua del grupo. Barbarita siempre sonríe: "¿Por qué no hacerlo? Sonriendo a la vida se la enfrenta mejor", dice. Fue al colegio hasta los 11 años y luego salió a trabajar. Ya casada y criando niños se preguntó, "¿quién soy yo para no poder estudiar?" Siguió un curso de enseñanza básica por radio que aprobó con sobresaliente. Luego se inscribió en el bachillerato y el año que viene empieza la carrera de Derecho. Cuando iba a las primeras reuniones políticas tenía miedo, se tragaba las palabras. Su marido, machista, le gritaba cuando se retrasaba. Hoy, la mujer se encarga del desarrollo de su barrio, lidera a los suyos y lleva los reclamos a las máximas autoridades. No teme hablar ni con el presidente Evo Morales. Dice: "Dios me ha dado la bendición y la oportunidad de ser una persona. Valgo un voto, tengo derecho a opinar". Su marido ya no le levanta la voz y espera paciente a que ella regrese de sus compromisos políticos para prepararle la cena a la numerosa familia.
numeros que inquietan
La enfermedad de Chagas-Mazza es la peor endemia de la Argentina.
1.600.000
Es la cantidad de personas que la padecen en nuestro país, según el Programa Nacional de Chagas dependiente del Ministerio de Salud de la Nación, pero no hay estadísticas actualizadas. Estos datos se calculan a partir de los bancos de sangre, sin un censo en las zonas con alta endemicidad.
Según estimaciones de la Organización Panamericana de la Salud habría 7.300.000 en situación de riesgo de contraer el mal.
A enero de 2009, la Argentina ocupaba el tercer lugar, detrás de Bolivia y Paraguay, con el mayor número de infectados en el mundo.
La vinchuca se encuentra en el 70% del territorio nacional, desde el Norte hasta Ushuaia. La migración humana favoreció su propagación. Según la Asociación de Lucha contra el mal de Chagas, en algunos pueblos del interior el 70% padece la enfermedad. Calculan que las muertes por día son entre 12 y 15.
La región del Gran Chaco argentino (Chaco, Santiago del Estero, norte de Santa Fe, norte de Corrientes, Formosa y norte de Córdoba) concentra más del 15% del total de casos de América latina.
3,2% de los donantes de sangre en la ciudad de Buenos Aires tenía Chagas y el 6,7% de las embarazadas que se atendían en los hospitales de la Capital daba seropositivo en los controles, a enero de 2009, según la Asociación Argentina de Cardiología.
Históricamente, la vía de transmisión más importante es la vectorial (vinchuca), aunque existen otras, como la vertical (de madre a hijo), la transfusiones de sangre y los trasplantes de órganos.
MAS DATOS www.momim.org ; www.pilarmateo.com.
http://www.lanacion.com/1429908